Salvador León y Javier Herrero/EFE
Madrid, España
La carrera de la cantante española Rosalía, que este domingo cumple 30 años, es un trayecto de transgresión desde su álbum de debut, más apegado al cante flamenco clásico, pasando por la ruptura del canon con “Malamente” y la deconstrucción de “Motomami”.
Una trayectoria, en definitiva, para revolucionar las convenciones flamencas y convertirlas en un elemento pop.
Tal vez su predilección por el flamenco fuera su rasgo más sorprendente cuando, tras colaborar en canciones como “Antes de morirme” con C. Tangana, publicara en 2017 “Los ángeles”, su primer álbum, de la mano del productor un Raül Refree.
Muchos le atribuían entonces al Refree los logros de aquel disco de doce canciones sobrias, a voz y guitarra, en torno al tema de la muerte.
“Es ella quien tenía claro qué disco quería hacer y quien ha investigado en busca de estos cantes”, apuntaban desde su discográfica de entonces tras verla convertida en el ‘boca a boca’ que llenaba teatros en cuestión de horas.
“Cantas como una vieja”, le espetaría el guitarrista Pepe Habichuela mientras el álbum hacía creer que una nueva discípula se subía a bordo del quejío flamenco, aunque dentro del mundillo hubiese también un segmento importante que la veía como una intrusa que no cantaba realmente como una cantaora de este género.
TRANSFORMACIÓN Y ÉXITO
Sin que se intuyese el giro que preparaba la artista, dos años después una canción irrumpió en el panorama musical español: “Malamente” hizo volar por los aires cualquier prejuicio sobre ella. Reminiscencias flamencas, influencia del pop comercial, una incursión en el emergente mundo del trap y un rompedor videoclip la grabaron a fuego en la historia de la música.
El impacto de “Malamente” sería tan solo el aperitivo. Con el pretexto de un trabajo de fin de carrera e inspirándose en la novela occitana del siglo XIII “Flamenca”, Rosalía combinó la estética urbana de su adolescencia con su devoción por el cante jondo de tablaos consagrados en “El mal querer” (2018), un hito que acaparó la atención de público de todo el mundo.
Temas como “Pienso en tu mirá”, “Di mi nombre” o “Bagdad” narraban la historia de una relación de maltrato, que le valió un disco de platino, dos Grammy Latino y el Grammy a “mejor álbum rock, urbano o alternativo latino”, tras llegar a anunciarse en las cartelas de Times Square, en Nueva York.
No obstante, no faltaron otros detractores que la acusaron de “apropiación cultural” por tomar rasgos propios de la cultura andaluza y, muy particularmente, del argot y la simbología gitanos.
“No es que se me esté atacando a mí en concreto, sino a la situación de personas que tienen la suerte, como yo he tenido, de estudiar música, la música que yo he querido”, declaró Rosalía en una entrevista para defenderse de las críticas, y en la que también hacía referencia al deseo de publicar “una canción en la que uno se mueva, en la que uno baile”.
¡A BAILAR!
El deseo se cumpliría en 2019 con el lanzamiento de “Con altura”, que, de la mano de J Balvin, le abriría las puertas de las discotecas de España y América Latina y la embarcaría en un torrente de lanzamientos, entre los que destacan colaboraciones con The Weeknd y Tokischa o el disco “Fucking Money Man” (2019), donde dos temas advertían de las luces y sombras de la fama y la riqueza.
Progresivamente, Rosalía comenzó a pisar con más fuerza el ámbito del urbano latino y dejó un buen número de éxitos, como “Yo x ti, tú x mí” con Ozuna, o “La noche de anoche” con Bad Bunny, sin dejar de flirtear con la música experimental en colaboraciones como “Barefoot in the park”, con James Blake.
El silencio de la cantante roto por sencillos puntuales auguraba la grabación de un álbum que se hacía esperar. No sería hasta finales de 2021 cuando los sencillos “Hentai” y “La Fama” adelantaron que su sonido abandonaba la influencia flamenca que había manifestado, por ejemplo, al cantar una versión de la rumba “Me quedo contigo” de Los Chunguitos.
Y la publicación de “Motomami” en marzo de este año sorprendía al deconstruir “El mal querer” para dar lugar a un álbum tremendamente pegadizo, rotundo y urbano, por momentos crudo, tierno en otros, y capaz de conciliar todas sus influencias. Un éxito de público y críticas internacionales, con 9 nominaciones a los Latin Grammy.
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