Lun. Nov 11th, 2024
  • El maestro Jorge Pineda.

Odette Saldívar

Santiago, R.D.

Muy temprano descubrió su vocación. En sus primeros años de vida, allá por la década de los 60, pintaba murales en una pizarra que tenían en casa y que su madre, una educadora de la provincia de Barahona, había dispuesto para él y sus cinco hermanos. Nunca le faltó el apoyo, más bien era  constante. Familiares y  maestras le motivaban a expresarse a través de la creación artística. Su talento fue innato. Su amor al arte le vino desde su niñez. Esto, conjuntamente al haber nacido y crecido en un entorno favorable, dio como resultado la formación de un maestro del arte contemporáneo en el país. 

“Soy una persona feliz”. Con esa frase sencilla, el artista barahonero Jorge Pineda introduce la entrevista realizada intentado definirse como alguien que ve “el humor en las cosas, aun en el dolor”. La reciente exposición, instalada en el Centro León de Santiago, como homenaje a su obra, significa el concepto de la felicidad. Por eso la titula: “Happy”, (“feliz”, en inglés). 

Sus obras son intrigantes. Ninguna técnica visual le es ajena. Lo mismo acude al dibujo y al grabado, como a la pintura, escultura, instalaciones, video y performance, para invitar a la reflexión acerca de temas sociales e individuales, desde una perspectiva positiva. “Mi vida ha estado llena de muchos momentos felices, el haber tenido una infancia llena de amor y protección me motiva a hablar desde la felicidad”, comenta. Es desde ese estado de ánimo que el autor plantea la fragilidad, la violencia y la falta de humanidad. 

Sus creaciones no tienen un mensaje definido, cosa que él destaca como “desnudar la pieza de toda moraleja”. Dice que su deseo con el arte es crear diálogos con el espectador; es este último el que se encarga de construir fábulas “a su imagen y semejanza”. “Me gustaría que la gente pudiera tener una conexión con la obra, que pudiera dialogar, no me planteo en qué dirección va ese diálogo. No espero la aprobación, sino que se dé el diálogo”, expresa.

Esto significa una manera de reconocer, a través del trabajo del artista, la propia realidad de quien lo observa. “Mi responsabilidad es hacer que el espectador, que ve la obra, vuelva a ver; que contemple de nuevo esa cotidianidad, que de tanto tenerla enfrente se le ha hecho invisible”, afirma el entrevistado.   

“Mis imágenes son metáforas de una sociedad que se niega a crecer y no asume sus responsabilidades”, dice el artista. “Niña tatuada”, una obra de Pineda muy atrayente, es una denuncia responsable, directa y escandalosa sobre una realidad social; apreciarla constituye un reconocimiento de esa advertencia.    

Algo que llama la atención sobre este contemporáneo es que entre sus producciones es común encontrar figuras cuyos rostros no son visibles, ya sea porque están ocultos por máscaras o están mirando hacia la pared. “Son los rostros de los personajes cuyos gritos nadie escucha, nadie pone atención, son silenciados y a los cuales somos sordos; procuro amplificar ese grito que ya le ha borrado el rostro”, explica.  

La instalación “Afro Superego”, una de sus obras agregada a “Happy”, es un claro ejemplo de ello. Su composición asemeja la figura de un adolescente de tamaño real, a quien la cara se le confunde con la negrura de una garabateada esfera. Según el autor sobre la obra en una entrevista para el Centro León, esta plantea la tendencia de muchos a mantenerse en un estado de negación, que más construir, autodestruye. 

Al hablar de las máscaras antes mencionadas, Pineda las ve como el medio para “escondernos” del mundo y sus amenazas, que tanto son promulgadas en las informaciones del día a día. “Estas máscaras también nos ocultan de nosotros mismos, perdemos toda noción de humanidad y de empatía, y esa es realmente la fragilidad de la que hablo en mi obra”, continúa aclarando el barahonero. 

Carrera artística

Jorge Pineda tiene una larga trayectoria en materia de arte. Desde los 80, ha expuesto en diferentes y reconocidos museos, galerías, bienales de arte y ferias de diferentes partes del mundo; y sus obras han recibido una que otra distinción. 

Su viaje artístico empieza a los 18 años, cuando llegó a la capital para estudiar arquitectura, no sabiendo todavía que lo que realmente quería era dedicarse a la creación artística. Lo supo un tiempo después, ya en la Universidad, cuando, entre clase y clase,conoció a Belkis Ramírez, artista visual de Santiago Rodríguez, y al pintor dominicano Tony Capellán.  

Su primera muestra de dibujos sucedió en la Galería Art Nouveau. Luego, realizó otras en países como España, México, Francia y Costa Rica; además de presentar exhibiciones en Estados Unidos, específicamente en Nueva York y Los Ángeles, y en la isla de Martinica.  Asimismo, participó en las Bienales de Venecia, La Habana, Lima y Cuenca. 

Fue reconocido en varias ocasiones en el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, específicamente en los años 1996, 2002 y 2006; y en el 2003 recibió una distinción en la Bienal de Artes Plásticas de Santo Domingo.

La exhibición 

El concepto de la felicidad, que tanto destaca el artista, se deja definido des el título de su más reciente muestra: “Happy”, es el regalo de un artista visual relevante del país. 

Es una exposición llevada a cabo por el programa Grandes Maestros del Arte Dominicano del Centro León. La misma estará disponible hasta junio del 2023.