Vie. Mar 29th, 2024
  • Foto de archivo LD.

AFP

París, Francia

La Unión Europea (UE) sufre los efectos colaterales del enfrentamiento económico entre Estados Unidos y China, centrado ahora en el plan del presidente Joe Biden de combatir el cambio climático y la inflación con subsidios a las industrias verdes.

El asunto será discutido durante la visita a Washington, el próximo martes, de los ministros de Economía de Alemania y Francia, Robert Habeck y Bruno Le Maire, antes de que la UE prepare su respuesta en su cumbre del 9 y el 10 de febrero. 

Ese plan, bautizado Ley de Reducción de la Inflación (IRA), dotado de 430.000 millones de dólares, prevé subvenciones a industrias verdes, como la fabricación de baterías de coches eléctricos y de paneles solares, a condición de que se produzcan localmente, imitando un programa chino de ayudas. 

“Uno de los objetivos clave del IRA es excluir a los proveedores chinos de las cadenas de producción de energías limpias”, dijo a la AFP Tobias Gehrke, investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. 

El experto afirma que las medidas apuntan a reducir la dependencia de Estados Unidos de las importaciones chinas.

El país asiático domina el sector de los vehículos eléctricos, con un 78% de la producción mundial de células para baterías y tres cuartas partes de las plantas para fabricar baterías con iones de litio, según el centro de estudios Brookings Institution.

Un rudo enfrentamiento 

Los líderes europeos temen que estos generosos estímulos incentiven a las empresas a trasladar su producción a Estados Unidos. 

“El IRA cambia la situación. El IRA ofrece ventajas competitivas que, unidas a los bajos precios de la energía en EEUU, ponen en peligro nuestra industria”, declaró el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, en una entrevista con la AFP.

La UE pidió exenciones para sus empresas, como las que reciben Canadá y México. 

Pero esas gestiones han sido hasta ahora infructuosas y Habeck y Le Maire intentarán hacerlas avanzar en su reunión con la secretaria estadounidense del Tesoro, Janet Yellen. 

“Europa se convirtió en una víctima colateral en esta historia”, dijo Cecilia Malmström, excomisaria europea de Comercio que hoy trabaja en el Peterson Institute de Washington.

“No creo que fuera algo intencional”, aclaró.

Esta situación deriva de la cruda guerra comercial con China, que comenzó con la llegada a la Casa Blanca del republicano Donald Trump en 2017. 

Trump impuso aranceles punitivos en 2018, que Biden ha mantenido, acompañados de un discurso belicoso frente a China. 

En octubre, Estados Unidos impuso restricciones a la exportación de ciertos componentes electrónicos hacia China, invocando el interés nacional.

Y una ley de 2022 incluye una financiación de 53.000 millones de dólares para impulsar la producción de semiconductores en Estados Unidos. 

En ese contexto, llegó la Ley de Reducción de la Inflación. 

En la entrevista con AFP, Le Maire abogó por más “transparencia” por parte de Estados Unidos.

“Lo más importante es que cooperemos entre aliados para que haya transparencia sobre la cuantía de las subvenciones y los créditos fiscales que se concederán”, dijo.

“Si sabes a qué precio va a salir el hidrógeno verde en Estados Unidos y a qué precio va a salir en Europa, eso permite garantizar condiciones de competencia equitativas”, prosiguió.

Una carrera de subvenciones 

Los temores del bloque europeo se han profundizado con la crisis de la cadena de suministros desatada por la pandemia del covid-19 y la guerra en Ucrania, que ha cuestionado las reglas de la globalización.

Y una prédica creciente a favor de la reindustrialización activó el espectro de una carrera de subvenciones en Estados Unidos, China y en la UE.

La Comisión Europea (Ejecutivo de la UE) quiere a su vez facilitar la entrega de ayudas estatales a las empresas. 

Pascal Lamy, exdirector de la Organización Mundial de Comercio (OMC), afirma que la UE debe presionar a Estados Unidos, ya que la Ley de Reducción de la Inflación es en la práctica más “antieuropea que antichina”.

Gehrke señaló que la tensión entre aliados históricos cuestiona la coherencia de Occidente frente a China, sobre todo en un momento de creciente dependencia de la UE de los componentes chinos para la fabricación de vehículos eléctricos. 

“Las cadenas de producción europeas son peligrosamente dependientes de China”, estimó. 

“Enfocarse en estas dependencias redunda en el interés económico de la UE y podría ayudar a convencer a Washington de que Europa es un socio necesario y útil frente a China”, añadió.