Esa habilidad le sirvió para ir formando un camino en el mundo profesional y por esa razón se graduó de arquitectura en el 2016 tras completar sus estudios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Barahona, RD
Anderson Novas tuvo un nacimiento normal y en la medida en que se desarrollaba, como cualquier bebé, sus expresiones eran las mismas: lloraba para expresar sentimientos y emociones a sus padres; sin embargo en vez de hablar, utilizaba su sonrisa como expresión comunicativa con su entorno.
Los años siguieron pasando y Anderson seguía sin hablar y para poder comunicar sus ideas, propias de su edad, desarrolló una estrategia, no pensada dada su niñez, pero sí efectiva para decir las cosas que le ocurría ya sean esta buenas o malas.
Temprano en su niñez, Anderson comenzó a dibujar y de esa forma poder transmitir los mensajes que quisiera comunicar en ese momento. No es hasta los nueve años cuando Novas Nina logra concretar el acto del habla, todo un acontecimiento para su familia, sobre todo, para su madre, la abogada Marina Nina Hernández, quien siempre creyó en que lo haría.
Esa habilidad le sirvió para ir formando un camino en el mundo profesional y por esa razón se graduó de arquitectura en el 2016 tras completar sus estudios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
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Antes de ingresar a la academia estatal a estudiar arquitectura en el año 2005, Anderson Novas Nina se graduó en la Escuela Nacional de Artes Visuales, que le sirvió de complemento a su carrera de formación.
De hablar pausado, tanto que parece parsimonioso, pero con una dinámica interna que resulta todo lo contrario; solo puedes notar esa cualidad cuando entablas alguna conversación con él.
Anderson está casado con la orientadora Claribel Barías, hasta el momento no tienen hijos, pero tienen planes para aumentar su familia, tanto en calidad como en cantidad.
Sus padres son la señora Marina Nina Hernández (abogada) de formación y don Arcadio Novas Santana (fallecido), quien era un reconocido comerciante de la provincia Elías Piña, con asiento en la comunidad El Llano.
Su madre nunca perdió la esperanza
El artista, quien labora en la UASD Recinto Barahona, asignado al Departamento de Planta Física, narra que nació literalmente mudo, pero que las terapias y los ejercicios hicieron posible en él, el acto del habla.
Su padre, don Arcadio Novas Santana, nunca estuvo de acuerdo en que le llevaran a terapia, porque pensaba “nunca hablaría, pero una percepción distinta tenía su madre, doña Marina Nina Hernández, quien nunca perdió la fe de que su hijo alcance a comunicarse con fluidez como lo hace actualmente.
Como toda madre, que no pierde la capacidad de amar a sus hijos e hijas, su progenitora encontró un aliado estratégico en su vecino Fernando Santana, a quien considera como responsable de entrar a la Universidad a estudiar la carrera de arquitectura.
“Mi papá nunca creyó en que yo hablara. Nunca le dio importancia. Sí tuve otro padre, ese siempre me apoyó, era vecino de mis padres allá en El Llano (Elías Piña), incluso, fue el responsable de mi entrada en la Universidad”, narra Anderson, mientras ponía barro a la escultura que trabaja de un niño.