Testimonio. Fue a los 16 que su madre descubrió que había algo extraño en sus senos. Desde entonces ha vivido una pesadilla, pero lo que más le ha dolido es que esto pasó justo cuando iba a jugar vólibol por primera vez fuera del país. No pierde la fe y sabe que algún día podrá cumplir este sueño.
MARTA QUÉLIZ Santo Domingo
Ella es frágil en apariencia, pero su capacidad mental no comulga con eso. Tiene una fortaleza que pocas personas adultas poseen. A Jeisy De los Santos Remy, de 17 años de edad, no la ha detenido la lucha que lleva desde hace alrededor de un año con el cáncer que ha afectado sus dos mamas, para seguir soñando con ser una gran atleta del vólibol y una excelente diseñadora de moda.
Arruga el corazón enterarse de que ella, en la flor de su juventud, esté enfrentando una enfermedad que amenaza con robarle sus sueños. Pero no se deja. Tiene planes contundentes: “Yo ahora mismo lo que más deseo es lograr una beca internacional para estudiar diseño de moda y al mismo tiempo jugar vólibol”. Desde hace un tiempo comenzó a realizar cursos en el área para ir teniendo nociones de la profesión que escogerá. De no lograr irse al extranjero, le gustaría estudiar en Chavón.
Hace cuatro meses que la operaron para extirpar las masas que había en sus dos mamas. “Y ya tengo de nuevo en las dos, pero hay que esperar a ver qué sucede”. Está confiada en que todo saldrá bien. Cree plenamente en Dios y en los médicos que la atienden en el Hospital Dr. Heriberto Pieter.
Esta adolescente, con deseos de disfrutar la vida y darlo todo en la cancha del juego, está lista para llevar ahora un nuevo tratamiento a ver si no es necesario llevarla de nuevo a cirugía.
“Me han salido otra vez las bolas en las dos mamas. En enero sabremos qué tal va el proceso. Sigo esperanzada en que todo estará bien”. Lo dice con fuerza y sin amilanarse.
Claro, no niega que ha llorado mucho por lo que le ha tocado vivir. “Uno de los momentos más duros fue saber que no iba a poder participar fuera del país con mis compañeras, eso me puso muy triste, igual que a ellas, pero otro día será”. No pierde la fe.
¿Cómo te enteraste?
“Mi mamá me lo descubrió a los 16 años. Yo me iba a bañar y ella me llama para preguntarme algo. Me pongo la toalla y voy a ver, me le siento al lado y mientras conversamos se me cae la toalla y yo comienzo a tocarme los pechos y ahí mi mami me dice: ‘¿qué es eso? Y yo le respondí ¿qué cosa? Entonces comienza ella a tocarme los senos y me ve una bola grande, se asusta y me dice que eso no es normal. Luego me fui a bañar y ella se quedó preocupada y se puso a orar, ella es cristiana”.
Lo cuenta con lujo de detalles y con un temple admirable.
Luego de esto es que su madre Elsie Remy la lleva al médico. Le hacen todos los estudios de lugar y determinaron que ciertamente había células cancerosas. Procedieron a tratarla con tiempo y fue necesaria una cirugía para sacar esas masas malignas.
Jeisy no oculta que cuando supo de qué se trataba todo: “Me asusté muchísimo. Lloraba todas las noches, pero no dejaba que mi familia me viera, porque aunque delante de todos me hago la fuerte, soy un ser humano. Siempre me mantuve compartiendo mucho con mis amigos, pero aún así lloraba. Nunca pensé que me iba a pasar esa situación a mí, pues como bien, me cuido mucho y mami siempre nos lleva al médico a chequeos, de verdad no sé qué pasó”.
Aun con su tristeza colaboró en todo para que las cosas salieran bien. Así espera que salgan los resultados del nuevo tratamiento. “Que cuando yo vuelva en enero, ya no tenga nada y no haya que operarme”. No deja de orar.
“Que estemos bien por fuera no quiere decir que lo estemos por dentro”
Nadie quisiera estar en el lugar de Jeisy De los Santos. Pero tampoco son muchos los que tienen su entereza. Lo que ha venido atravesando desde los 16 años, no es una prueba ligera. Con un diagnóstico de cáncer en las dos mamas y unos sueños postergados ha tenido que salir hacia delante. Tan grande es su fortaleza, que no ha dejado de hacer las cosas que le gustan y puede hacer.
Aunque su pasión es jugar vólibol, a nivel universitario le atrae la moda. Por eso va los martes y jueves a aprender sobre esta área que también le ha ayudado a disipar la mente. No descuida sus estudios en secundaria. Cursa el último año para terminar ya con el bachillerato y entrar a la universidad para convertirse en toda una diseñadora. Claro, esto sin olvidar su deporte favorito. “De hecho, espero estar bien para ver si puedo ir con el equipo a representar el país el año que viene”. Trabaja para lograrlo.
Pese a su corta edad, la dueña de esta historia es agradecida. Admite que no fuera posible llegar hasta aquí y enfrentar esta batalla sin el apoyo de su familia. Su madre ha sido su gran sostén. Ni hablar del de su única hermana, Leisy, mayor que ella. Tampoco pasa por alto el de su tío Héctor Montero, hermano de su papá, quien se ha entregado en cuerpo y alma a su situación. Es que todo esto la sorprendió con su padre Víctor De los Santos Montero, fuera del país. Él tiene ocho años viviendo en Chile y ella tiene cuatro que no lo ve. “Sueño con ver a mi papá”. Ahí sí se acongoja. “Mi padre se fue a Chile para darnos un mejor estilo de vida, él está haciendo todo lo posible para ayudarme a conseguir esa beca que deseo y para que mi hermana y yo nos vayamos a estar con él. Sé que está trabajando mucho, pero yo lo extraño”. La melancolía la atrapa, pero no pierde su fe.
Afortunadamente, la familia de Jeisy ha podido cubrir los gastos de su tratamiento, aunque admite que no ha sido fácil y que este proceso ha disminuido sus posibilidades económicas. “Por eso es que a veces creo que aunque la salud me permita ir a jugar fuera del país, no podré hacerlo por los gastos que esto representa, pero nada, Dios dirá”. Ahora mismo, la chica que residen en el sector de Villa Carmen, por la Charles de Gaulle, lo que más desea es curarse.
¿Qué consejo les puedes dar a los jóvenes?
Su respuesta a esta pregunta fue: “Que se revisen los senos y cada parte de su cuerpo, pues a veces pensamos que estamos bien porque nos vemos bien fuera, pero no sabemos cómo estamos por dentro”. La adolescente lo dice resaltando que si se hace con regularidad, es posible detectar a tiempo cualquier anomalía y así buscarle la solución.
A esta joven que está en la lista de los no tan abundantes casos de adolescentes con cáncer de mama, no sólo le ha cambiado la vida en términos de cohibirle hacer ciertas cosas, sino también en lo que tiene que ver con su alimentación. Ha tomado consciencia respecto a esto.
No quiere que nadie pase por lo que ella ha pasado y está pasando. “Es importante que se cuiden mucho, que dejen de comer comida chatarra, de tomar tantos refrescos y consumir tantas cosas que hacen daño. En el hospital me he encontrado con otros jóvenes y su situación casi siempre es por la misma versión de esos desórdenes alimenticios”.
Esto la ha llevado a reflexionar.
Su historia la ha contado porque precisamente, durante este proceso se ha dado cuenta de que es mejor controlar esos excesos antes de llegar a enfermarse como le ocurrió a ella, que exponerse a que un mal tan agresivo como el cáncer, amenace con robarte los sueños y hasta la vida.