Dom. Nov 17th, 2024

Consecuencias. Los impactos climáticos provocan pérdidas en la producción y acumulación de deudas.

Los invernaderos son muy vulnerables a las inundaciones.

Luis Campana ha estado cosechando pimientos durante siete años en un invernadero en Rancho Arriba, San José de Ocoa, en el sur de la República Dominicana. Comenzó este negocio gracias a su padre, quien le inculcó este hábito desde que era niño. Sin embargo, en menos de un año, ha sufrido pérdidas tremendas.

Perdió aproximadamente dos millones de pesos debido a que las fuertes lluvias y las persistentes inundaciones arrasaron con una hectárea y media de su cosecha a mediados de noviembre de 2023. Más de 48,000 plantas de pimientos fueron destruidas. En ese momento, se quedó sin dinero, sin pimientos y sin medios para pagar los préstamos otorgados por el gobierno de Danilo Medina años antes para abrir el invernadero, ni para cubrir los intereses acumulados con el tiempo. Para él, ya no es un negocio rentable.

Las lluvias de noviembre establecieron un récord de la mayor acumulación en la historia dominicana, alcanzando 431 milímetros. El huracán Georges, que golpeó en septiembre de 1998, tiene el segundo récord más alto con 409.3 milímetros de lluvia. En general, estas lluvias generaron pérdidas de más de RD$4 mil millones o alrededor de 68 millones de dólares estadounidenses en el sector agrícola. Según un informe del Sistema de las Naciones Unidas en la República Dominicana, la inversión necesaria para recuperar el sector agrícola de estos daños superó los 77 millones de dólares. Más de 63,000 hectáreas de cultivos fueron destruidas, equivalentes a más de 1.5 millones de metros cuadrados de invernaderos dañados, según las Naciones Unidas en la República Dominicana.

El daño es generalizado

Más al norte del país, en el municipio de Constanza, La Vega, el agricultor Juan Diego Gómez Quezada también ha sufrido varias pérdidas debido a las inundaciones. Entre sus cultivos, cosecha vegetales como brócoli, coliflor, repollo, lechuga, lechuga rizada, apio, remolacha y zanahorias, entre otros. Sin embargo, durante las fuertes lluvias de febrero de este año, que impactaron el Distrito Municipal de Tireo desde Tireo Arriba hasta Tireo Abajo en La Vega, perdió aproximadamente un millón de pesos dominicanos ( aprox. 17,000 dólares estadounidenses).

“Esto representa no solo una pérdida económica directa, sino también un retraso en el suministro al mercado o supermercado. Esto, a su vez, afecta los precios y la disponibilidad del producto para los consumidores,” dijo Gómez Quezada. Agregó que estas pérdidas no se limitan al valor económico directo de los cultivos dañados, sino que también incluyen costos adicionales de replantación, restauración de las tierras afectadas, la posible repercusión en la calidad del suelo, e incluso la interrupción del suministro de productos que afecta las relaciones comerciales y la confianza de sus clientes.

“Es crucial que desarrollemos estrategias para mitigar estos riesgos. Esto incluye invertir en infraestructura para proteger nuestros cultivos de fenómenos naturales, implementar sistemas de alerta temprana y fortalecer nuestras prácticas agrícolas para hacerlas más resilientes. Solo así podemos reducir las pérdidas y asegurar la sostenibilidad a largo plazo de nuestra producción,” explicó el joven que ha trabajado en la agricultura durante seis años.

Para el 2023, la agricultura tuvo una contribución del 5.4% al crecimiento del PIB en la República Dominicana. Es uno de los principales sectores productivos del país, contribuyendo significativamente al PIB nacional. Asimismo, es el proveedor de alimentos básicos y responsable de la seguridad alimentaria en el país, destacando el caso del arroz y otros productos, que en los últimos años han incrementado su producción para satisfacer la demanda nacional, según el Ministerio de Agricultura.

Entre 2012 y 2022, las áreas agrícolas ocuparon cerca del 50% del territorio nacional, según indicadores del Banco Mundial. En ese mismo año, el Ministerio de Agricultura de la República Dominicana reportó que 334,144 personas estaban empleadas en el sector agrícola. Según un informe de 2022 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, el 69.7% de los cultivos en la República Dominicana habían incrementado su rendimiento desde 2008 hasta esa fecha, específicamente con productos como cacao, cocos secos, piña, tomates, bananos y aguacates.

En 2023, se sembraron más de 5,281,287 millones de hectáreas en la República Dominicana. El arroz fue el más sembrado, con casi la mitad de las hectáreas; la cosecha de este es entre diciembre y mayo; y el maíz, entre septiembre y octubre.

No es un problema nuevo

Desde 1979, al menos 21 fenómenos atmosféricos han tenido efectos económicos en la agricultura local. Los huracanes Irene e Isaac, ocurridos en 2011 y 2012, generaron 30 millones de dólares en pérdidas en el sector agrícola. El huracán Matthew y otras inundaciones inducidas por lluvias resultaron en pérdidas de 417 millones de pesos en el sector agrícola dominicano. El huracán Fiona, que tocó tierra el 19 de septiembre de 2022, afectó a 45,804 productores agrícolas. También se registraron daños en 1,068,988 hectáreas, con pérdidas de al menos 6,727,562,637 pesos dominicanos (aproximadamente 114,511,700 dólares estadounidenses), según el Ministerio de Agricultura.

Según el Plan de Contingencia del Sector Agropecuario Multirriesgo del Ministerio de Agricultura para 2024, la Dirección de Riesgos Agropecuarios del sector maneja un presupuesto especializado para pérdidas y daños por eventos de RD$150 millones anualmente, para asistir a los productores asegurados asignando el 50% para las pérdidas de sus cultivos.

Asimismo, dicen que a través del gobierno dominicano, se ha destinado el 1% del presupuesto nacional mediante el Fondo de Contingencia para cubrir daños y pérdidas en los diversos sectores del país, que incluye el sector agrícola.

Mientras tanto, el calendario de siembra, cosecha y producción de cultivos para 2024 pronostica 145,632,990 quintales.

Entre las medidas presentadas por el Ministerio de Agricultura para reducir el riesgo de daños por inundaciones está el evitar que los canales de los ríos se llenen de troncos o materiales que impidan el libre flujo del agua; no cultivar en áreas propensas a inundaciones como las riberas de los ríos y alrededores de pantanos.

Sin embargo, el agricultor Gómez Quezada dijo que el Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi) juegan un papel crucial en este tema. Además, el Ministerio de Medio Ambiente debería estar controlando la acumulación de plástico y basura en arroyos y ríos, mientras que el Indrhi debería ser responsable de la adecuada canalización de ríos y arroyos. Ninguno de los agricultores consultados ha recibido asistencia del gobierno para recuperar el dinero invertido en sus cultivos.

“Si realmente les importara el bien común, tomarían las medidas necesarias para prevenir estas situaciones lamentables. Esto incluye implementar programas efectivos de limpieza y mantenimiento de cuerpos de agua, así como proyectos de infraestructura que mejoren la canalización y prevengan el desbordamiento. Además, sería esencial promover la educación ambiental para que la población también contribuya a mantener estos espacios limpios,” explicó Gómez Quezada.

Estos agricultores representan a millones en toda la región que continúan siendo afectados por los efectos de la crisis climática. Agricultores a pequeña escala como Luis Campana y Juan.

Gómez Quezada soporta la peor parte de estos impactos climáticos, perdiendo sus medios de vida e incurriendo en pérdidas financieras significativas sin el apoyo adecuado. Las inundaciones recurrentes y los eventos climáticos extremos que devastan el sector agrícola dominicano resaltan la cuestión urgente de la justicia climática. Estos agricultores, que contribuyen sustancialmente a la economía nacional y a la seguridad alimentaria, son afectados a pesar de ser los menos responsables del cambio climático global.

Aunque no le ha ido bien en el negocio agrícola, Campana no planea rendirse. “Si empezamos a bajar la cabeza, es peor, dejando las cosas en manos de Dios, esperando a ver si Él nos ayuda a pagar”.