Lun. Nov 18th, 2024
Carlos Alcaraz ejecuta un golpe de derecha en su encuentro con J.J. Wolf. FUENTE EXTERNA

El español Carlos Alcaraz, número 3 del mundo, avasalló al estadounidense J.J. Wolf, rescatado de la fase previa, en su debut en Roland Garros, 6-1, 6-2 y 6-1, en 1 hora y 51 minutos, manteniendo su costumbre de superar la primera ronda de un Grand Slam.

El semifinalista de la pasada edición, que llegaba a París con dudas físicas, las despejó en buena medida con un partido serio, sólido, sin dejar opciones a un rival que nunca ha ganado a un top-10.

Alcaraz se medirá por un puesto en tercera ronda contra el vencedor del duelo entre el alemán Jack Draper, 39 del mundo a sus 22 años, y el neerlandés Jesper de Jong, procedente de la fase previa.

A falta de conclusiones tenísticas, porque el rival no puso el listón alto, el partido sirvió para comprobar que el codo de Alcaraz parece carburar en buenas condiciones.

La duda planeó por la central, porque el vendaje que lucía el murciano en su brazo derecho y porque de entrada cedía su servicio, carburante para el pesimismo.

Pero no dejó Alcaraz que se instalara, ayudado por un alocado Wolf, incapaz de llevar la duda al pupilo de Juan Carlos Ferrero, que se reencontraba con la central, una pista que hace un año abandonaba atormentado por los calambres cuando tenía enfrente al número 1 del mundo, el serbio Novak Djokovic.

El español pisó el acelerador y cosió a disparos al rival, que multiplicaba los errores y veía caer los juegos en su contra. Ocho encadenó Alcaraz, uno de ellos incluso levantando cuatro bolas de rotura, lo que terminó por minar la moral del adversario, que venía con las credenciales de haber alcanzado los octavos en Australia el año pasado.

Aun le falta a Wolf para volver a ser el tenista que llegó a estar 39 del mundo y más todavía en una superficie, la tierra batida, donde se desenvuelve peor.

El español acabó teniendo un debut plácido, una buena forma de continuar el rodaje que necesita tras haberse perdido por la lesión casi toda la gira de tierra batida.

Tras haber conquistado en Indian Wells su quinto Masters 1.000, el físico le dijo basta y su codo le privó de Montecarlo, le frenó en Madrid, donde cayó en cuartos contra el ruso Andrey Rublev y le obligó a perderse Roma.

Un reposo que parece que ha puesto las cosas en su sitio, según reconocía el propio jugador, que sin embargo admitía que todavía sentía cierta aprensión a golpear fuerte con la derecha y que se notaba falto de partidos.

“La energía de esta pista de París es especial, ver un estadio lleno en una primera ronda es increíble, ayuda a alcanzar tu mejor tenis. Y yo siempre intento divertir al público”, afirmaba tras superar a Wolf.

“Me habría gustado jugar más partidos para estar al cien por cien antes de llegar aquí. No he tenido la mejor preparación antes de llegar a París. Pero creo que soy un tenista que no necesita muchos partidos para encontrar su mejor nivel”, agregó.

Ahora tiene un cuadro relativamente sencillo para ir encontrando su mejor nivel. En su camino asoman los estadounidenses Sebastian Korda, en tercera ronda, y Ben Shelton en octavos, antes de medirse en unos teóricos cuartos a Rublev, su verdugo en Madrid.

El ruso, que acabó levantando aquel trofeo, el segundo Masters 1.000 de su carrera, superó la primera ronda de Roland Garros, donde su techo son los cuartos de final, dejándose un set contra el japonés Taro Daniel, 6-2, 6-7(3), 6-3 y 7-5, y se medirá frente al español Pedro Martínez, que se impuso al argentino Thiago Tirante, 5-7, 6-4, 3-6, 6-4 y 6-3 en casi cuatro horas de partido.