El centro nacional de desastres de Papúa Nueva Guinea teme que más de 2.000 personas fueron sepultadas por el deslizamiento de tierra ocurrido el 24 de mayo en una parte remota del país
Papúa Nueva Guinea
Es “muy poco probable” encontrar más sobrevivientes del mortal deslizamiento de tierra en Papúa Nueva Guinea, que habría sepultado unas 2.000 personas, advirtió el martes un representante de la ONU.
“No es una misión de rescate, es una misión de recuperación”, comentó a la AFP Niels Kraaier, representante del organismo de la ONU para la infancia, Unicef, para este país situado al norte de Australia.
El centro nacional de desastres de Papúa Nueva Guinea teme que más de 2.000 personas fueron sepultadas por el deslizamiento de tierra ocurrido el 24 de mayo en una parte remota del país.
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El pueblo de Yambali fue casi totalmente arrasado cuando una parte del monte Mungalo colapsó la madrugada del viernes y aplastó cientos de casas y las personas que dormían en su interior.
Las tareas de socorro se vieron entorpecidas por lo remoto del sitio, ubicado en las accidentadas montañas del país, así como por los combates tribales que complican el paso por la carretera de acceso.
Por ahora, los equipos de emergencia solo consiguieron retirar de los escombros cinco cadáveres y la pierna de un sexto.
POBLADORES EXCAVAN
Desde el derrumbe, los pobladores locales han excavado entre un escenario dantesco de tierra revuelta, árboles arrancados y rocas enormes en busca de sus seres queridos, a menudo utilizando sus manos, palas o palos.
Pero la esperanza de encontrar a alguien con vida bajo los escombros se disipa.
“Es muy poco probable que hayan sobrevivido”, dijo Kraaier.
El administrador de la provincia de Enga, donde tuvo lugar el desastre, advirtió que la catástrofe puede empeorar por el peligro de nuevos aludes.
Por ello, las autoridades empezaron a evacuar a unas 7.900 personas de poblados cercanos a la tragedia.
“La tragedia continúa activa. Cada hora escuchas rocas quebrando, es como una bomba o un disparo y las rocas siguen cayendo”, dijo el administrador provincial Sandis Tsaka a la AFP.
“Esta era una zona muy poblada con casas, negocios, iglesias y escuelas, y todo fue arrasado. Ahora es como la superficie de la Luna, solo hay rocas”, explicó Tsaka.
Imágenes satelitales mostraron la enorme magnitud del desastre: en ellas se observa en las imágenes una extensa mancha de escombros en amarillo y gris atravesando los arbustos verdes y cortando la única carretera de la zona.
Un responsable del Programa de Desarrollo de la ONU, Nicholas Booth, dijo que muchos locales rechazaban abandonar el lugar con la esperanza de poder encontrar a sus allegados desaparecidos.
Booth añadió que harán falta estudios geológicos para determinar cuánta gente deberá ser realojada de forma permanente.
Pero la prioridad inmediata era la entrega de ayuda y la limpieza de la zona afectada, afirmó.
“El desprendimiento de tierra bloqueó la carretera hacia el oeste, con lo que es complicado no solamente acceder al pueblo, sino también a las comunidades que viven más allá”, explicó.
En total, calcula que unas 30.000 personas han quedado aisladas, aunque con reservas suficientes para las próximas semanas.
El administrador provincial Tsaka dijo que el martes deben llegar al lugar policías y militares para acordonar las zonas más peligrosas.
“No estoy equipado para hacerle frente a esta tragedia”, admitió Tsaka.