Durante el acto oficial, transmitido en cadena nacional, Ortega acusó a su hermano de “traición a la patria”
Cuando el entonces jefe del Ejército Popular Sandinista, general Humberto Ortega, condecoró con la medalla ‘Camilo Ortega’ en su máximo grado (oro) al agregado del Gobierno de Estados Unidos en Nicaragua, teniente coronel Dennis F. Quinn, su cuñada, la actual vicepresidenta, Rosario Murillo, estalló en furia.
Murillo, esposa del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, calificó entonces de “vergonzante” la actitud de su cuñado, que un 14 de enero de 1992, como jefe del Ejército, otorgó esa condecoración al militar estadounidense.
Murillo aseguró entonces que se enojó al conocer que el general Ortega pendió sobre el pecho de un oficial norteamericano “la medalla -que lleva el nombre de otro de sus cuñados- que simboliza la lucha del pueblo nicaragüense en contra de la agresión organizada por el propio gobierno de Estados Unidos“.
Camilo Ortega, muerto a finales de la década de los setenta del siglo pasado en la lucha armada contra el régimen somocista, era hermano del entonces jefe del Ejército Sandinista y del actual presidente de Nicaragua.
Humberto Ortega, la piedra en el zapato de Rosario Murillo
Treinta y dos años después, el presidente Ortega, en presencia de Murillo, a quien ha calificado como la “eternamente leal” y “copresidenta de Nicaragua”, acusó a su hermano de “traición a la patria” por haber otorgado esa orden, la que anuló vía decreto.
“Ya desde entonces el (entonces) jefe del Ejército tenía entregada su alma al diablo”, lanzó Ortega la noche del martes durante un acto ante la jefatura del Ejército y de la Policía Nacional, en la que no mencionó el nombre de su hermano.
Ortega invalidó esa condecoración luego de que el general retirado, quien fue fundador del Ejército Popular Sandinista en 1979 y al que dirigió hasta 1995, afirmara al medio argentino Infobae que el poder “dictatorial” del mandatario nicaragüense, de 78 años, no tiene sucesores.
En la entrevista a Infobae, publicada el pasado 19 de mayo, el general consideró que su hermano mayor, que se encuentra en el poder en Nicaragua desde 2007, no tiene sucesores adecuados, incluida su esposa Murillo y sus hijos, y que ante una eventual ausencia o muerte quedará un gran vacío de poder, por lo que se debe convocar a elecciones.
Tras cuestionar la sucesión “dictactorial” del mandatario, las autoridades retuvieron los teléfonos celulares y computadores del exjefe militar e instalaron en su residencia, en Managua, una unidad de atención médica para cuidar las dolencias “que han aquejado y aquejan al general Ortega”.
Exembajador ante la OEA: En una dictadura nadie está a salvo
“Humberto cometió el mismo error de otros sandinistas, creer que su vínculo con Ortega lo protegería de la furia enfermiza de Rosario Murillo. En una dictadura nadie está a salvo. Humberto Ortega podría ir al Chipote (una prisión de máxima seguridad)”, comentó el exembajador nicaragüense ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) Arturo McFields Yescas.
Durante el acto oficial, transmitido en cadena nacional, Ortega acusó a su hermano de “traición a la patria” y de haber “entregado su alma al diablo” por condecorar, hace 32 años, al militar estadounidense, acción que calificó de “sacrilegio”, “vendepatria”, “deshonra nacional”, “verguenza nacional” y “acto de entreguismo”.
Hace cinco años el mandatario había acusado a su hermano de ser un peón de la “oligarquía” y del “imperio”, en alusión al gran capital y a Estados Unidos, por haber pedido que se adelantaran las elecciones en medio de la crisis que vive Nicaragua desde abril de 2018.
Murillo, quien fue la tutora de la monografía ‘Desde abajo: Confusión-Superviviencia-Silencio. La izquierda en Nicaragua’ -elaborada por uno de sus hijos, el periodista y empresario Juan Carlos Ortega Murillo- en la que se plantea que el general retirado quería tomarse el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), dijo ahora sentirse “orgullosa, contenta y reinvindicada”.
“De verdad nos sentimos no solo orgullosos, no solo luchadores, no solo vencedores, sino también lleno el corazón, porque el abuso que se cometió con Camilo (…) hoy ha sido reinvicado para el honor y la gloria, que es lo que merecen nuestros hermanos luchadores y vencedores del pueblo de Nicaragua”, celebró Murillo.