Los días lluviosos no tienen dónde refugiarse y pasan los aguaceros al aire libre, exponiéndose a enfermedades y en ocasiones, a atracos.
Cuando se acerca la celebración del Día de los Padres en República Dominicana, muchos progenitores han logrado sacar adelante a su familia con el sudor de su frente a través de un empleo informal, sin importar que esto implique estar diez o doce horas a “sol y sereno”.
No contar con un sueldo fijo los lleva a conformarse con tener días buenos y malos. Los días lluviosos no tienen dónde refugiarse y pasan los aguaceros al aire libre, exponiéndose a enfermedades y en ocasiones, a atracos.
Vendedores de frutas, tubérculos, empanadas, vegetales, golosinas, comida rápida y criolla, son las más comunes ocupaciones que se observan al transitar en diferentes sectores del país.
La falta de preparación académica es el común denominador en estos padres sin importar que la carencia de privilegios sea un obstáculo al momento de incursionar en este tipo de negocio, ya que su mayor deseo es salir adelante.
“Lolo Empanadas”, como es conocido Ramón Martínez Paredes, de 57 años, tiene cerca de 30 años como vendedor de empanada, el único sustento para su familia.
Martínez Paredes manifestó que todo surgió porque desde joven creció en un ambiente donde vendían “yaniqueque”.
“Comencé en una esquina debajo de un flamboyán (árbol de flores rojas y anaranjadas). Yo estaba sin trabajo y un señor que es como mi padre me dio la primera venta y hasta el pasaje para llegar al puesto donde él vendía”, señaló Martinez, mientras se mostraba agradecido por el apoyo a su emprendimiento.
Al ser nativo de San Francisco de Macorís, migró a Santo Domingo hace 40 años, donde llegó a ser luchador olímpico enrolado en la Marina de Guerra durante seis años.
Expresó que como mantenía su enfoque en el deporte, fue dejando a un lado los estudios, alcanzando tan solo el octavo curso.
El yaniquequero de Miraflores
Ahora vive en Villa Duarte, desde donde sale a las 4:45 de la mañana para el barrio Miraflores, en el Distrito Nacional, donde prepara todo para iniciar la venta de 6:00 de la mañana a al mediodía, de lunes a sábado.
“Lo más difícil es coger esa candela, pero hay que trabajar porque uno no se preparó en la vida. Hay que tirar para adelante hasta que Dios quiera. No me ha dado pasmo pero al mojarme las manos muchas veces se me hinchan las coyunturas y tengo que tomar medicamentos”, manifestó Ramón, mientras terminaba su jornada del día.
Quiere que sus hijos estudien
Procreó dos hijos y con mucho orgullo declaró que a través de su arduo trabajo como vendedor de empanadas pudo pagar colegios para que estudiaran, indicando que “uno vende yaniqueque pero no quiero que mi hijo sea yaniquequero”.
Pese a que no tiene un nivel educativo avanzado, hizo un llamado a los jóvenes a prepararse académicamente.
“A la juventud que estudie y se aleje de los malos vicios. No cuenten con lo de nadie. Que se preparen, que las casas y los carros llegan solos pero hay que prepararse primero y no querer conseguir todo junto”, expresó Martínez.
Domingo Reyes
Otro ejemplo de un padre luchador es Domingo Reyes Mesa, de 68 años, oriundo de Tamayo, en la región sur. Narró que llegó a Santo Domingo hace aproximadamente 40 años para realizar diferentes tipos de trabajos entre ellos albañilería, billetero, seguridad y vendedor de frutas, desempeñando esta última por más de 35 años.
Desde muy joven tuvo que abandonar los estudios porque no tenía como costearlos, sin embargo en la adultez lo intentó, cursando hasta el séptimo grado. Para lograrlo instaló una paletera en la misma escuela donde estudiaba.
A pesar de que no tiene hijos propios, se considera padre porque tuvo la oportunidad de criar una niña desde que era muy pequeña solo con los ingresos que obtenía vendiendo frutas.
Relató que actualmente reside en Haina, provincia San Cristóbal, desde donde se traslada todas las mañanas para llegar al quiosco que ha sido durante años su lugar de trabajo situado en el parque Juan Bosch, ubicado en la calle Correa y Cidrón, en el Distrito Nacional.
Reyes dijo que un día normal para él inicia a las 3:30 de la mañana cuando sale de su hogar a tomar una guagua de concho que lo deja en el Mercado Nuevo, donde suple su negocio.
Explicó que como el costo de la vida ha aumentado, lo que antes compraba en solo RD$ 600 ahora gasta de RD$6,000 en adelante.
A las 7:00 de la mañana llega al parque donde pasa hasta 12 horas vendiendo frutas, miel y melaza; sin importar las adversidades que traiga el día en complicidad con la naturaleza.
Los problemas de circulación y la presión arterial, han sido las batallas con las que lucha Reyes y que tiene que costear sus medicamentos con lo poco que produce en su caseta de frutas.