El dueño de la historia de hoy resultó compatible para ayudar a su hermano con un “pedacito” de hígado y, cuando despertó, le faltaba un riñón. Decidió contar su experiencia para que nadie más pase por esto. Está vivo porque su madre y una hermana lo acompañaron y se dieron cuenta de que las cosas no andaban bien.
El dueño de la página de hoy dio muchas vueltas para decidirse a contar su historia. Finalmente, accedió, y lo hizo para evitar que otras personas pasen por su triste experiencia. “Es que no es fácil. Llevo unos añitos sufriendo serios problemas de salud porque fui a un país a donarle un ‘pedacito’ de hígado a mi hermano y resulta que perdí un riñón”. Lo cuenta con una sonrisa “porque no me queda de otra”.
Su viacrucis comenzó hace alrededor de cinco años. Antes de eso, a su pariente le diagnosticaron cirrosis hepática. Buenos tratamientos le auguraban la recuperación de su salud. “Pero debo decirlo, él no se cuidó lo suficiente y cada día empeoraba. No valía consejo y todo iba de mal en peor. El caso es que llegó el momento en que tuvimos que hacer de tripa corazón para sacarlo de nuestro país porque un trasplante de hígado era lo único que podía salvarlo”. Esta parte no la dice muy contento.
Aunque no guarda rencor ni a su hermano ni a quienes lo mantienen convertido en una persona enferma, el protagonista de este relato, no deja de lamentarse por la inconciencia de la gente. “Tú sabes lo que es bregar con un enfermo, sobre todo en un país como el mío, donde tener un seguro médico es como si tú tuvieras una tarjeta de descuento, y encima de eso, no tener fortuna, sino vivir de trabajo como lo hace mi familia completa… Entonces llegar a los extremos de gastar lo que no se tiene, y encima, quedar yo, por mi buena fe, más enfermo que mi hermano”. Lo comenta con dolor porque no supera la estafa de la que fue víctima.
Su caso lo gestionó para LISTÍN DIARIO, una dominicana que vive en el país de origen de la víctima, el que tampoco se menciona para no entorpecer el proceso judicial. La entrevista se realizó vía zoom.
¿Cómo se dieron los hechos?
Antes de proceder al trasplante fueron muchos los viajes que dieron a otro país que, aunque lo mencionó, pidió no revelarlo porque hay un proceso de justicia abierto que no quiere entorpecer. “Te puedo decir que se hicieron varias visitas. Al menos yo, fui tres veces. Primero a realizarme las pruebas, luego para confirmación, después para la preparación, y finalmente, para el trasplante”. Detiene un poco el relato y se pone pensativo. Retoma: “Para que tengas una idea, fueron tres los centros a los que fuimos antes de tomar la decisión. Fue uno de los médicos del primer lugar que nos recomendó la clínica donde se hizo el procedimiento y, donde lamentablemente, me robaron mi riñón”. Todavía se pregunta cómo pasó.
Recuerda que ese día, cuando él y su hermano fueron al quirófano: “Yo no tenía miedo porque estaba dispuesto a salvar a mi hermano. Él sí. Creía que no iba a sobrevivir. Yo lo animaba y le decía que todo estaría bien, que mi pedazo de hígado yo lo iba a volver a tener porque es un órgano que se regenera y que si había que darle otro chin, lo hacíamos. Cuando le dije eso, se rió y recuerdo que me agradeció”. En ese momento comenzó el procedimiento.
“Te cuento que con él terminaron primero. Mi mamá y una de mis hermanas estaban ahí. Preguntaban que por qué conmigo estaban durando tanto. No le daban respuesta de ninguna especie. Sólo que debían esperar. Ellas lo hacían paciente y estaban contentas porque mi hermano estaba muy bien”. Nunca pasó por su mente que en el quirófano continuaban operando al dueño de esta historia.
Tiempo después lo sacan a sala de recuperación. “Cuando yo desperté, no aguantaba el dolor. No podía moverme. Espero a que entre mi familia, y cuando finalmente, lo hace, le cuento lo que me sucede. Ellas reportan que no me sentía bien y preguntan por el cirujano. ‘Ya él se marchó’ le dijeron. Nunca tomó el teléfono ni nada. Otros médicos dieron seguimiento, pero sin hablar nada de lo sucedido”. Dos días de internamiento fueron “suficientes”. Se fueron a la casa donde estaban hospedados y es cuando la madre se da cuenta de las dos heridas. Ahí comienza el sufrimiento del dueño de este relato. Por si fuera poco, lucha con un proceso judicial.
Jamás ha vuelto a ver al cirujano que “me estafó mi riñón”
“Lo que sucedió con esa gente fue que nos vieron como unos estúpidos o unos campesinos de un país pobre que no saben dónde tienen a cabeza, pero se equivocaron. Desde que comprobamos todo, por supuesto, aquí en nuestro país, con médicos amigos, procedimos a gestionar un proceso judicial que pusiera tras las rejas a ese sinvergüenza, así como también que cerrara el centro y que pagaran una indemnización por el robo de mi riñón”. Al contar esto es categórico cuando dice que el tráfico de órganos es más común de lo que se cree.
En la búsqueda de prueba incesante notaron que no sólo él había sido víctima de este tipo de atropello. “Conocimos a una venezolana que se unió a nuestro caso y denunció el suyo. Esto le ha dado peso al hecho, y aunque no hemos visto jamás al ‘cirujano’, sí tenemos un proceso en fase casi final que sé que nos dará una buena respuesta. Y fíjate, no es por mi caso, es también porque sé que hay personas que no tienen la forma de hacer que la justicia actúe”. Está optimista.
Las cosas por las que ha pasado desde aquel día han sido un impulso para él dedicase en cuerpo y alma, no sólo a sanarse, sino a comprometerse a que se haga justicia. “He leído libros de Derecho que no puedes imaginarte. Estudié Administración de Empresas, pero ya casi soy abogado con todo lo que he buscado y escudriñado. No me he quedado de brazos cruzados. Eso jamás”. La determinación y el apoyo de su familia lo han ayudado.
En medio de todo el revuelo, no niega que al principio no se sentía bien con su hermano por no haberse cuidado y tener que llegar a esos extremos. Luego fue olvidando todo eso porque ya atender su salud deficiente y procurar que caigan los “estafadores” se convirtió en el centro de su atención.
Al llegar a su país
Se le preguntó sobre cómo fue todo cuando regresa a su país, y de forma detallada lo explica. “Te puedo decir que fue un respiro sentirme en mis aguas. En mi casa fue que lloré, fue que me desahogué, fue que me di cuenta de que ya no era la misma persona”. Replica ese momento y, por primera vez en la entrevista se le vio mojar sus ojos.
Es un hombre fuerte y decide continuar contando lo que quiere que se sepa para que la gente sea más cautelosa a la hora de someterse a este tipo de proceso, no importa donde sea. Es un acto de amor que estas cosas no deben empañar. “Duré varios días en convalecencia. El viaje no me ayudó. Afortunadamente a mi hermano le fue mejor que a mí, y esto me dio paz porque sé lo que eso significa para mi mamá. El caso es que luego tuve que comenzar a visitar a los médicos en mi país”. Se preparó mentalmente.
Concertaron citas con buenos internistas y especialista. Fue sometido a todo tipo de pruebas pertinentes. “Lo lindo es que cuando me revisan el riñón que me dejaron, éste presentaba un pequeño problema. Es decir, ellos me cogieron mi riñón bueno y me dejaron el defectuoso. El caso es que he tenido que bregar mucho para hoy estar dizque sano. Lo del hígado como te dije, eso no me ha dado problema, aunque claro, hay que darse seguimiento”. No se pierde con su salud.
Recuerda que el día que aquí le confirmaron que en efecto, le faltaba un riñón, él no podía creerlo. “Una cosa es la que te imaginas y otra la que te confirman. Ese mismo doctor, serio y responsable me orientó. Nunca me dijo si sabía de otros casos ni habló de colegas, pero toda la vida le agradeceré sus consejos y sus cuidados. De hecho, el especialista que me ha sacado a camino, fue él que me lo recomendó”. Se siente en gratitud con ellos.
Luego de este panorama, y ya con las instrucciones de cómo proceder para que se haga justicia, el dueño de este relato, se fue al país donde lo operaron. Allí dio los pasos oportunos y, aunque hace un buen tiempo de esto, está optimista de que todo saldrá bien. “Porque sé que no sólo la justicia terrenal le pasará factura a esos depredadores, sino que la divina, que es más fuerte y victoriosa, se encargará de cobrarles con creces su mal proceder”. La fe también ha sido su aliada durante este proceso que no le desea a nadie que lo viva.