Sáb. Nov 2nd, 2024

El 15 de agosto de 1944, 250.000 soldados de distintas colonias africanas desembarcaron en Provenza para defender a la Francia ocupada por la Alemania nazi. Ochenta años después, el presidente francés, Emmanuel Macron, conmemora este evento clave para el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial junto con seis jefes de Estados africanos.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, le da la mano al presidente de Camerún, Paul Biya, durante una ceremonia para conmemorar el 80º aniversario del desembarco aliado en Provenza durante la Segunda Guerra Mundial. AFP

Leticia Fuentes, RFI

En los actos conmemorativos estuvieron presentes: Paul Biya, presidente de Camerún, Azali Assoumani, presidente de las Comoras, Faure Gnassingbé, presidente de Togo, Faustin-Archange Touadéra, presidente de la República Centroafricana, el general Brice Oligui Nguema, presidente de la transición gabonesa y Aziz Akhannouch, jefe del Gobierno marroquí.

Además, Costa de Marfil, Yibuti, Guinea, Madagascar, Senegal y Túnez estuvieron también representados a nivel ministerial.

El nivel de representación de los países africanos fue menor que en el 70 aniversario. En 2014, las conmemoraciones encabezadas por el mandatario francés de la época, François Hollande, contó con representantes de 19 países africanos, entre ellos 12 presidentes.

Una batalla olvidada

El desembarco de Provenza tuvo lugar dos meses después del conocido desembarco de Normandía, una batalla que marcó el imaginario popular y ha inspirado películas en Hollywood como “El día más largo” o “Salvar al soldado Ryan”.

Pero a diferencia de los prolongados combates que sucedieron al “Día D”, las tropas aliadas no encontraron una gran resistencia en Provenza y pudieron liberar la Costa Azul en apenas dos semanas.

Sin embargo, ese desembarco permitió a las tropas francesas mostrar su valía y reforzó a Francia a la hora de reivindicar un lugar en la mesa de los vencedores del conflicto, a pesar de su derrota relámpago en 1940.

Un ejemplo de estos soldados es el padre de Néjib El Abed, un veterano tunecino. “Fue difícil porque mi madre estaba embarazada de mí. Como era soldado, no podía -en su opinión- dejar que sus amigos lucharan y él quedarse de brazos cruzados. Habría sido un cobarde, incluso para mi madre”, cuenta Néjib.

Néjib explica que su padre desembarcó cerca de Saint-Tropez y desde allí, acudió a Provenza y a Orbey. 

“Se encontró con amigos del cuarto regimiento de fusileros tunecinos, todos de Susa, donde hubo un ataque alemán. Se escondieron en una zanja y un sargento se le acercó y le dijo: «Soldado, ¿está usted bien, no está herido?» Él dijo que no, y miró su mochila, que estaba detrás de él y había sido atravesada por un proyectil, por metralla… Un milagro”.

Además de los soldados africanos, también participaron 100.000 soldados estadounidenses, británicos y canadienses desembarcaron en las playas de la Costa Azul en el sureste de Francia.

Pero hay que resaltar que el papel de los soldados africanos en ese éxito tardó mucho tiempo en reconocerse. No fue hasta medio siglo después de la guerra que se invitó por primera vez a líderes de ese continente a las conmemoraciones del desembarco.