Vie. Nov 15th, 2024
  • Kanye West. Foto de archivo

AFP

Washington, Estados Unidos

“Ya no lo quiero en mi piel”, dice Kimberley Westgarth, una londinense de 24 años que indignada por los comentarios antisemitas del rapero estadounidense Kanye West se dispone a quitarse un tatuaje con su cara, y además sin pagar un céntimo.

Hace dos años, esta estudiante de arquitectura británica se tatuó en el brazo izquierdo el rostro del músico, con lágrimas de sangre que le corrían por las mejillas.

“Me encantaba su música y en aquel momento me gustaba como persona. Me gustaba lo que representaba, cómo defendía a la comunidad bipolar”, explica a la AFP sobre un trastorno que asegura padecer ella misma.

“En aquel momento lo idolatraba”, asegura.

Pero los recientes comentarios antisemitas del estadounidense y su abierta admiración por Hitler lo cambiaron todo. “Ya no lo quiero en mi piel”, asegura Kimberley, que necesitará un total de 12 sesiones de láser para deshacerse de su tatuaje.

El proceso, que consiste en pulverizar con un láser las partículas de tinta, que luego el organismo elimina gradualmente, debería completarse en un año. Mientras tanto, esconde el rostro del rapero en su brazo.

Instalado desde hace dos años en el elegante barrio londinense de Marylebone, el estudio Naama lleva a cabo un programa, bautizado “segunda oportunidad”, que consiste en eliminar gratuitamente tatuajes que con los años se han convertido en una carga y en un recordatorio constante de un pasado doloroso. 

Generar “positividad”

Los tatuajes que los clientes eliminan pueden ir desde la pertenencia a una banda callejera, hasta una estancia en la cárcel, pasando por una relación tóxica o símbolos de odio.

El programa se ha ampliado recientemente a las imágenes relacionadas con Kanye West y ya ha recibido un centenar de solicitudes para deshacerse de todo recuerdo a él, explica Melina Lawson, responsable del centro. Dos personas están siendo actualmente sometidas al proceso.

“Es un viaje para el cliente, sobre todo si tiene una historia con el tatuaje, si ya no le gusta lo que representa”, explica Lawson. “Puede ser un poco delicado para el cliente, pero a medida que avanzan en el tratamiento empiezan a cambiar ellos mismos” y “ve que se lo están quitando y ellos mismos pueden ser algo diferente”, añade.

Según Lawson, fuera de este programa gratuito, el coste total de eliminar un tatuaje es de unas 2.000 libras (2.400 dólares) de media, aunque por supuesto varía en función de su tamaño y del número de sesiones necesarias.

Pero el “impacto social” que puede tener el deshacerse de un tatuaje no deseado, la “positividad” que puede generar, va más allá del dinero, asegura Lawson, quien explica que el centro llena con estas citas gratuitas pequeños huecos en su agenda. Pero estos clientes, asegura, son tratados como cualquier otro.

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