La masacre ocurrió una semana después de que 34 voluntarios de defensa y seis soldados fueran asesinados por supuestos yihadistas en Aorema.
Uagadugú, Burkina Fasso
Los supervivientes de una masacre en el norte de Burkina Faso relataron el calvario sufrido hace una semana, cuando hombres uniformados pasaron horas asesinando arbitrariamente a los residentes, entre ellos a mujeres con bebés a sus espaldas.
El baño de sangre se desencadenó el 20 de abril en la aldea de Karma, en una parte del país que ya se había visto golpeada duramente por el yihadismo, pero la tragedia no trascendió públicamente hasta el domingo.
El fiscal regional Lamine Kabore dijo a la AFP que “unas 60 personas” fueron asesinadas por asaltantes vestidos en uniforme militar.
Pero en un comunicado publicado el martes, supervivientes y lugareños aseguraron que las víctimas se elevaron a más de 100 en una masacre que duró horas.
Ravina Shamdasani, portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, dijo en otro comunicado que había reportes de “al menos 150 civiles” asesinados.
DEL ALIVIO AL TERROR
Los supervivientes explicaron que alrededor de las 07H30 de ese día, la aldea de unas 400 personas quedó rodeada por “un amplio número de hombres en uniforme” que llegaron en motocicletas, furgonetas, vehículos armados “y un tanque”.
Algunos aldeanos salieron a recibirlos, contentos de ver que los “soldados” habían llegado, pero su satisfacción pronto se transformó en terror cuando empezó la matanza, explicaron en el comunicado.
“Varias personas fueron abatidas en el lugar donde estaban sin ningún tipo de formalidad (…) hombres, niños y ancianos”, dijo el texto.
Las personas que intentaron esconderse recibieron órdenes de salir, mientras los asaltantes tiraban abajo puertas y prendían fuego a los depósitos.
“Los heridos que intentaban huir fueron perseguidos y asesinados (…) y algunas mujeres fueron ejecutadas mientras cargaban sus bebés a la espalda”, narraron los supervivientes.
La matanza se alargó hasta alrededor de las 14H00, cuando los soldados se alejaron en columna hacia Dinguiri, un pueblo al norte de Karma, explicaron.
La comunidad aseguró que las víctimas seguían a cielo abierto el martes. Intentaron acudir el lunes a la aldea para enterrar los cuerpos, pero el ejército tenía la ruta bloqueada.
La masacre ocurrió una semana después de que 34 voluntarios de defensa y seis soldados fueran asesinados por supuestos yihadistas en Aorema, una aldea a 40 kilómetros de Karma.
Tras ese ataque, la junta militar de Burkina declaró una “movilización general” para dar al Estado “todos los medios necesarios” para combatir a los yihadistas afiliados a los grupos Al Qaida y Estado Islámico.
ONU PIDE INVESTIGAR
El fiscal Kabore dijo que estaba investigando los asesinatos y que había dado instrucciones de arrestar a cualquier implicado.
Shamdasani, la portavoz del Alto Comisionado de la ONU, pidió una investigación rápida y rigurosa.
“Esta investigación debe ser rauda, minuciosa, independiente e imparcial y debe resultar en acusaciones creíbles, si se busca terminar con este tipo de repugnantes acciones”, dijo.
La junta militar de Burkina rompió el jueves su silencio sobre estos “actos atroces de barbarie” y expresó su preocupación por estos asesinatos “en circunstancias que todavía deben aclararse”.
El ministro de Comunicaciones, Jean Emmanuel Ouedraogo, urgió a los investigadores “a aportar luz sobre el caso, que es repugnante para la conciencia individual y colectiva”.
Karma se sitúa en una zona rica en oro, que ha atraído un flujo de mineros ilegales, y cerca de la frontera con Malí, epicentro de una insurgencia yihadista de más de una década que se ha extendido por el Sahel.
Burkina Faso se ha visto duramente golpeada y su ejército pobremente equipado ha sido superado por un enemigo móvil e implacable.
La violencia ha dejado más de 10.000 muertos, según grupos de ayuda no gubernamentales, y unos dos millones de desplazados.
El malestar en el cuerpo castrense por las numerosas bajas en sus filas llevó a dos golpes de Estado en 2022, el más reciente en septiembre.
Su impulsor, el capitán Ibrahim Traore, se fijó el objetivo de recuperar el 40% del territorio de Burkina actualmente controlado por los yihadistas.