“Desde mi graduación me siento otra”. Con esa expresión resume Lorena Peña Pimentel la satisfacción, alegría y orgullo de sí misma que siente desde el jueves 20 de abril, día en que recibió su título como licenciada en administración de empresa de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).
“Estoy tan feliz y orgullosa de mí misma; Gracias a mi Dios por nunca dejarme sola, sé que apenas el camino empieza y que sigo contando con él siempre. ¡Lo declaro!” testimonió Lorena dando muestra de su fe y optimismo.
Esa felicidad no solo la manifestó por escrito, a través de una conversación vía whatsapp. La foto del momento en que recibió su título de parte de las autoridades de la academia, también retrata la emoción que sintió ese día.
“Desde ese momento que caminé hacia mi título de licenciada en administración de empresas, me di cuenta que todo valió la pena.”, acotó la joven, de 25 años.
Lorena contó que fue muy difícil lograrlo, porque le costó mucho sacrificio en tiempo y dinero.
Luego que la universidad le otorgó una beca, por sus altas calificaciones, sus padres asumieron el pago del intérprete en lenguas de señas, cuyo servicio constituye un obstáculo para los jóvenes con discapacidad auditiva.
Ante la carencia de un programa gubernamental que cubra el pago de intérprete en lenguas de señas, las familias tienen que costear ese servicio aún no regulado en el país, por lo que no hay un precio fijo.
Si no tienen la suerte de encontrar un patrocinio privado, los jóvenes sordos de escasos recursos económicos tienen que conformarse con el título de bachiller.
Gestión de la beca
Para gestionar la beca, la madre de Lorena envió una carta de solicitud al rector de la UNPHY, arquitecto Miguel Fiallo Calderón. Al principio, se le ofreció cubrirle el 50 por ciento de la matrícula, pero su mamá volvió a enviar otra carta, informándole que la necesitaba completa, porque tenía que pagar un intérprete.
Ante esa insistencia, se le otorgó completa para que sus padres pudieran costear el traductor.
“Mi papá fue mi súper héroe y mi mamá fue mi punto de apoyo en todo, estoy agradecida de mis hermanos, de mis abuelos, de toda nuestra familia”, comentó Lorena.
Cambio de carrera
La joven ingresó a la universidad en el 2017 para estudiar medicina veterinaria, pero en el 2019 se cambió de carrera.
“Mi locura son los perros y animales domésticos; pero la cambié porque al final sabía que lo mejor de mí eran los números, era mi pasión, estuve confundida y solicité reevaluarme en la misma UNPHU, donde me confirmaron lo que yo ya sabía, la administración de empresas fue desde ese momento mi nueva meta”, precisó.
Lorena forma parte de los 608 profesionales que se graduaron el 20 de abril en la universidad privada.
Estudios iniciales
Ella empezó las clases primarias en la Escuela Santa Rosa, exclusiva para sordos, dónde estuvo hasta el cuarto curso.
Luego, sus padres entendieron que podía continuar en una escuela para oyentes, por lo que la inscribieron en el centro educativo Creciendo.
Allí no tuvo traductor. Con la ayuda de sus padres y apoyo en una sala de tareas pagadas, pudo concluir la secundaria.
“Gracias a Dios primero que a todos, por regalarme una buena comprensión de lectura labial, pero fue extremadamente difícil para mí, me generó muchísimo estrés pero estoy agradecida de mis logros”, resaltó.
Servicio de interpretación
Los padres de Lorena estiman que pagaron por el servicio de intérprete unos RD80,000 cada año, sumado a que en cada reinscripción por cuatrimestre tenían que pagar alrededor RD$3,000 por concepto de “cómputos” que exigía la universidad. Lorena fue asistida por la agencia Meps Intérprete.
“Imagínese usted, yo inmersa en mi felicidad, pero sabíamos muy bien mi esposo y yo que era una gran inversión en Lorena para que pudiera cumplir su meta de graduarse”, enfatizó Rosemary Pimentel, madre de Lorena.
Señaló que, además de lo económico, para la familia los estudios de su hija significaron muchísima dedicación y apoyo físico, porque estaban con ella cada vez que los necesitaba.
“Suerte que Dios no nos desamparó y mi esposo declaró que primero se pagaba el traductor y lo demás de último, si era que se podía en ese momento.”, comentó.
Esfuerzo valió la pena
“Ese día cuando mencionaron su nombre en aquella lista de graduando, nuestros corazones sintieron la felicidad más grande que se pueda describir, por el orgullo que ella sentía de sí misma y nosotros de ella; estamos muy agradecidos de Dios!”, concluyó Rosemary.