Mar. May 14th, 2024

Arráez no sólo fue el líder de imparables en las Grandes Ligas durante abril, más bien fue el quinto hombre calificado con mayor promedio de batazos en forma de líneas.

Luis Arraéz mientras defiende la segunda baseGETTY IMAGES VIA AFP

SANTO DOMINGO, RD. 

En una época que los promedios ofensivos se encuentran en un histórico descenso, el venezolano Luis Arráez inicia la temporada con un primer mes donde batea para .438. Estando en el contexto donde lograr hits en tres de cada diez turnos toma mayor seriedad a causa de la escasez, aparece el bateador zurdo de los Marlins superando a cada lanzador que se le cruza por enfrente.

¿La magia de poner la pelota en juego reapareciendo en un mundo dominado por los jonrones? Las cosas no pueden resumirse así para el nativo de San Felipe, pues no sólo pone la bola en juego y espera crear situaciones como nos enseñaron en pequeñas ligas; en lugar de eso, tiene en la cabeza la manera idónea de alcanzar el éxito.

Arráez no sólo fue el líder de imparables en las Grandes Ligas durante abril, más bien fue el quinto hombre calificado con mayor promedio de batazos en forma de líneas conectadas detrás de un sólido 29.8 por ciento. Y como acertadamente sí nos dicen en nuestros primeros años, la consagración del bateador llega con swings hacia arriba, en este caso, líneas como la llave de los buenos resultados.

De los 32 incogibles del segunda base en el primer mes, 19 fueron luego de una línea. En busca de conseguir este escalón, existe un trabajo a fondo que muestra en mayor medida la labor del venezolano en el cajón para bateadores.

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Únicamente la visión de un águila pudiese explicar que Arráez solo haya abanicado el 7.1 % de los lanzamientos realizados en su contra, cuando la media de la liga es del 25.9 % y los monticulistas han tomado en serio la tarea de contenerlo a base de lo más mortífero de sus arsenales.

Regularmente, los lanzadores acuden al sinker con la misión de, logrando la localización arriba y adentro, producir contactos inofensivos en forma de rodados, aunque Arráez bateó para .385 ante este tipo de bola rápida.

Mientras que el cambio de velocidad es usado en mayoría de ocasiones como envío sucesivo de una recta, buscando convertir el parentesco del trayecto en un swing abanicado, hacer que el bateador no logre acomodarse y obtener un strike o, en caso de decidirse por el swing, sea un foul por la tardada reacción o contacto improductivo. A pesar de todo esto, Arraéz bateó .471.

Y, como si fuese un platillo volador, los monticulistas tienen en el slider el objetivo de pasar bateadores con las distintas formas de movimiento que genera de adentro hacia afuera en la zona, pero fallando con Arráez que consiguió un altísimo .400.

La dificultad no sólo está en el lado de los pitchers y la tarea titánica de disminuir el impacto del venezolano con lo mejor de la armería, sino que también se traduce en los jugadores defensivos.

“La Regadera” es un apodo que encaja al dedillo sobre Arráez, quien en la actual contienda ha distribuido el 30.6 % de sus contactos hacia la banda de su naturaleza, entre tanto, divide los restantes en forma de un 40 % al centro del diamante y 29.4 % en territorio opuesto.

No sólo toma las mejores decisiones de swings basado en la diminuta proporción de abanicados, otra cosa es que impacta frente a cualquier tipo de envío y conduce la pelota en todas las direcciones con el propósito de finalizar aportando hits.

Arráez no se limita al lado ofensivo, evidenciando la movilidad que tiene en la intermedia cuando colecciona dos carreras salvadas en tramado de 202 episodios.